¿Son tan beneficiosas las Apps de salud?
Así planteada la pregunta, podría parecer que voy a defender de manera furibunda las formas tradicionales de ejercer la atención sanitaria, totalmente alejadas del uso de internet.
Todo lo contrario, pues entiendo que la medicina 2.0 y en general las distintas apps ligadas a la salud son sumamente útiles, especialmente en enfermos crónicos, pacientes polimedicados y en otras situaciones que tienen que ver con la prevención o control de diferentes patologías.
Sin embargo, no hace mucho, tuve conocimiento de la comercialización de un kit con las siguientes características:
- Test genético para evaluar el riesgo de diabetes.
- Apps que permite saber los resultados del test, a la vez que ofrece numerosas recetas saludables, junto con una pulsera de actividad para medir pasos, calorías, distancias recorridas, y en definitiva, marcarse diferentes retos, que contribuyan a llevar una vida más sana.
Hasta ahí, un producto idóneo pues ayuda a prevenir la aparición de diabetes en aquellas personas genéticamente predispuestas y, al mismo tiempo, facilita el llevar un estilo de vida más saludable, lo cual es perfecto para cualquier persona.
A la vista de las características que ofrecía este kit, me pareció un producto muy adecuado para la población en general.
Sin embargo, posteriormente recordé a aquellas personas aquejadas de hipocondría y lo que para este colectivo puede suponer el tener acceso a este kit, o cualquier apps de salud en general.
En una población que se interesa por su salud, por cómo evitar la aparición de ciertas patologías, o cómo controlar mejor alguna enfermedad crónica que ya sufre, emplear aplicaciones que se instalan en el móvil y permiten de una forma u otra, mejorar la calidad de vida de la persona, al tiempo que se reduce la carga asistencial, constituye todo un logro.
Pero, por desgracia, también existen personas, con una alteración en su forma de pensar y en su comportamiento, que las lleva a estar todo el día autoobservándose, lo cual generalmente les causa una gran ansiedad, a la vez que acaban somatizando dicha ansiedad y creyendo que padecen una enfermedad, que ningún médico es capaz de detectar.
Imaginemos lo que significa para una persona aquejada de hipocondría, saber que tiene una predisposición genética a desarrollar una determinada enfermedad y que mediante algo tan simple con una aplicación en el móvil, puede prevenir su aparición y, mejorar su estado de salud general.
El día que esa persona, por la razón que sea, no pueda seguir las indicaciones que le da dicha apps, unido a la facilidad existente actualmente para acceder a internet y buscar información sanitaria, no siempre fiable, es más que probable que ese individuo desarrolle un cuadro de ansiedad, con diversos síntomas físicos, que pueden desembocar en la consiguiente visita a urgencias.
Ante esto, cabe preguntarse si es útil la medicina 2.0, si es ético ponerla a disposición de cualquier persona con independencia de si padece o no algún trastorno de ansiedad y en definitiva, cómo actuar para beneficiar a la población en general, sin discriminar a nadie.
Desde mi perspectiva, cualquier profesional de la salud, y especialmente si es alguien que centra su actividad en la educación sanitaria, puede desarrollar una gran labor, cuyos pilares fundamentales serían los siguientes:
- Buena parte de la población debe saber que el obsesionarse con cualquier cosa (por ejemplo lavarse las manos cada vez que toca algo, estar continuamente consultando el móvil para ver si ha recibido cualquier notificación, y sobre todo si esa notificación tiene que ver con su salud), es sumamente peligroso, pues puede acabar desarrollando conductas compulsivas que condicionen su día a día.
- Si una determinada persona, vive con la angustia propia de “presentar” una serie de síntomas físicos propios de una grave enfermedad que ningún médico es capaz de diagnosticar, en definitiva, es un sujeto que sufre de hipocondría, el educador sanitario también puede ayudarle a “desactivar” esa forma de pensar, generadora de esa ansiedad y de todo el cuadro de síntomas que después aparece.
En resumen la medicina 2.0, e-salud, o como se la quiera denominar, supone un avance indudable como herramienta para ayudar a mejorar la salud de la población, pero hay determinadas personas, que por sus especiales características, pueden usar esta técnica de modo “incorrecto”, siendo peor el remedio que la enfermedad, como se suele decir.
En este punto, y con este tipo de personas, el educador sanitario, puede desarrollar una intensa labor, que contribuya a un buen uso de estas tecnologías, unido a la disminución o desaparición de esa ansiedad que tanto sufrimiento genera en quienes padecen de hipocondría.
Es este un ejemplo de la tarea que el educador sanitario puede hacer en relación con las nuevas tecnologías, para conseguir que éstas sean usadas de forma adecuada y resulten útiles como herramienta que ayude a mejorar la salud de la población.
Hola Adela,
Justo ayer leí una noticia, según la cual, en mi Comunidad Autónoma van a crear una app para que la gente pueda valorar desde casa si necesita o no acudir a urgencias con el fin de evitar la saturación del servicio (creo). Yo no sé qué pensar sobre esto, supongo que si detrás hay una atención personal puede ser útil pero creo que también existe ese riesgo del que hablas en el artículo para las personas que somos algo hipocondriacas.
Sobre las apps de salud no tengo una opinión formada porque la verdad es que no he utilizado ninguna. Eso sí, lo de buscar información en internet sobre síntomas y posibles diagnósticos me parece un gran error. Alguna vez he caído en la tentación y lo he hecho y me ha resultado de todo menos útil. Para estos caso, yo voto por un profesional. La autoevaluación no me sirve.
Un saludo.
Gracias Cristina por tu comentario.
Las apps de salud tienen utilidad, pero como cualquier innovación o cambio que se produzca, no están exentas de «males menores».
En general, con las apps de salud, se pretende concienciar más al paciente de la necesidad que tiene de implicarse directamente en el mantenimiento de su salud; ahora bien, como «mal menor» tienen el inconveniente de que en personas con tendencia a la hipocondría, puede ser peor el remedio que la enfermedad.
Pero eso es algo que ocurre no sólo con las apps de salud, sino con cualquier otra prueba médica. Una persona con esta alteración en su «forma de pensar o de percibir» va a estar todo el día observándose, y al final, acabará sugestionándose y desarrollará los síntomas de esa patología o problema en concreto.
En internet son muchos los portales médicos, en los que los propios médicos dicen, recetemos links de salud, es decir, páginas web con información sanitaria de calidad. Estupendo, si una persona un tanto preocupada por padecer una enfermedad concreta, entra en una de esas páginas, al final, termina convencida de que sufre esa enfermedad e, incluso, acaba en urgencias.
Como siempre, gracias por tus comentarios. Un afectuoso saludo
Hola Adela Emilia,
Me parece muy interesante el debate que planteas. Pero, coincido en lo que comentas de que no se puede dejar de innovar y avanzar en la medicina 2.0, por determinados cuadros de personas hipocondríacas, por ejemplo. Ahora, obviamente es necesario tener un plan B o alternativa para paliar esos efectos adversos para determinados pacientes.
Un saludo enorme.
Estoy de acuerdo con muchos puntos que dices sobre aquellas enfermedades que lamentablemente no se puede medir mediante un App. Y eso en pocas palabras es no quitarle el papel que tiene un médico o un psicólogo. Nunca he utilizado este tipo de herramientas para medir nada, pero es bueno descubrir estas novedades en la medicina.
Saludos.
Creo que las apps si se saben recomendar, pueden ser útiles para el seguimiento farmacológico desde la oficina de Farmacia.
Nosotros recomendamos varias, sobretodo relacionadas con la salud de la mujer.