Carlos González Bosch: «La demanda de servicios farmacéuticos es ilimitada, pero los pagará el usuario»

presidenteHace unos días la revista DINERO Y SALUD entrevistó al presidente de Cofares, Carlos González Bosch. Os dejamos la entrevista completa, en la que el presidente de Cofares explica que pese al éxito de su gestión al frente de la mayor distribuidora farmacéutica de España, una cooperativa, se duele profundamente de la situación que atraviesa el sector del medicamento, tanto la farmacia como la industria, que a su juicio ha sido causada por una gestión política claramente desacertada e impulsiva, sin visión. No obstante, Cofares está preparada para atender las demandas del sector y de la sociedad… cuando llegue el sentido común.

 

¿Cómo ve Cofares el panorama de la farmacia en España ahora mismo?

Con preocupación. Se ha infringido un daño a su estructura económica muy importante, derivado no solo ya del afán por controlar el gasto farmacéutico, que me parece una cosa loable, sino de las diferentes medidas que se han ido tomando y de algunas iniciativas equivocadas, puesto que finalmente nos han llevado a un gasto farmacéutico descontrolado, que es lo que se quería evitar. El objetivo de un buen gestor público debe ser, precisamente, controlar las consecuencias de sus actos, y no se ha hecho. Los resultados están a la vista. El sector está muy deteriorado económicamente y el modelo tiene dificultades para ser sostenible.


¿Cómo se vive desde la distribución la situación de impago a la que se ven sometidos muchos farmacéuticos españoles?

Estamos sufriendo por aquellos compañeros que están inmersos en esa problemática, pero entiendo que es una situación coyuntural que se resolverá. El problema es que el sector atraviesa una situación crítica. Parece que este año no se tomarán nuevas medidas y esto puede empezar a generar una cierta normalidad, pero no hay más remedio que ser escéptico porque se han tomado decisiones repetidas y profundas que han desembocado en una menor capacidad financiera y económica de nuestros clientes.

 

Sin embargo, Cofares va bien.

Somos una empresa muy diversificada y, lógicamente, sobrellevamos los avatares de una forma quizá más sólida que nuestros competidores. Nuestros resultados son la constatación de que nuestro proyecto empresarial se ha desarrollado más profundamente en su vertiente logística en los últimos tiempos, precisamente para contribuir a que las condiciones comerciales de nuestros socios no se deteriorasen. Pero esto no es un consuelo, me gustaría que el sector pudiese gozar de una cierta normalidad y que las medidas que se tomasen tuviesen una justificación.

 

Hábleme un poco más de esas consecuencias no previstas…

El negocio farmacéutico se ha reducido más de la mitad y no hay ningún sector de actividad económica que haya llegado a una situación parecida. Hemos contribuido a la reducción del déficit público en prácticamente un 8%: si en 2012 hubo una reducción de 20.000 millones, aproximadamente 1.700 los aportó el sector del medicamento. Son cifras que hacen pensar que hay un desequilibrio evidente entre lo que hubiese sido el sacrificio lógico que podría haber asumido el sector y lo que ha sucedido realmente: se ha controlado con mucha facilidad el gasto de la oficina de farmacia en detrimento de otros gastos sanitarios, como el hospitalario. Es una situación que choca mucho. El problema de la sociedad española es que no se ha hecho una planificación seria de hacia donde se quería llegar. Y ahora nos encontramos con cifras sorprendentes como que estamos gastando en medicamentos menos que Portugal, Grecia o Irlanda, que son países intervenidos.

 

Cofares está ofreciendo a las comunidades autónomas su ‘expertise’ y su red logística para gestionar mejor el gasto hospitalario.

Efectivamente, pero el proceso no va bien porque las comunidades autónomas prácticamente han parado todos los concursos referentes a la gestión de los suministros hospitalarios, incluidos los medicamentos y los productos sanitarios. Creo que este parón no es consecuencia de que no haya recursos suficientes, sino de que es muy difícil cambiar la mentalidad de muchos gestores. Sin embargo, yo creo que es un camino irreversible que habrá que recorrer, ya que la gestión privada de los suministros ha demostrado su eficiencia e incluso su capacidad de ahorro.

Nosotros estamos preparados. Incluso hemos creado una empresa, Logística Sanitaria Integral, dedicada exclusivamente a ello. Tenemos el conocimiento, la capacidad logística y los sistemas de información necesarios.

 

¿Habla de un sistema de compra centralizada?

Sí, aunque compraría la Administración. Me parece lógico que sea el cliente el que compre, pero la gestión de la logística relacionada con esa compra estaría externalizada, en manos de empresas que sabemos cómo se hace y podemos optimizar los recursos de una forma muy importante porque, entre otras cuestiones, hemos sobrevivido gracias a eso. Si hubiésemos hecho una gestión de los medicamentos como la que han hecho muchos gestores públicos, hubiésemos desaparecido hace muchos años. Le cuento un ejemplo: no es necesario disponer de prótesis mamarias en todos los hospitales de una comunidad autónoma. Cuando se necesita una, en dos o tres horas puede llegar desde un almacén central. Eso es optimización de recursos, una gestión de los aprovisionamientos con una logística muy perfeccionada.

 

¿La logística es su clave?

Sí, pero no es la única. Cofares es una empresa fundada por farmacéuticos para rentabilizar las compras de sus farmacias, y a eso seguimos dedicados, pero nos dimos cuenta ya hace años de que para llegar a conseguir esa optimización necesitábamos no solo comprar bien, sino también perfeccionar los procesos logísticos, que son los que nos han dado los ahorros de costes suficientes para presentar buenos resultados. Es una carrera muy difícil porque la parte alta de la cuenta de resultados, la de los ingresos, ha bajado porque lo que vendemos cuesta menos y nuestros clientes, los farmacéuticos, también compran menos. Pero la parte baja de la cuenta, los gastos, sí se puede optimizar. En un negocio como el nuestro, los sistemas de información ayudan a perfeccionar los procesos logísticos.

Además, hay una tercera pata muy importante, que es la política de provisión de servicios, tanto a las farmacias como a terceros, en la que estamos encontrando rentabilidades importantes. Las farmacias se han dado cuenta de que generar valor añadido es bueno y los laboratorios han comprendido que el corazón de su negocio no es almacenar, distribuir y transportar medicamentos, sino investigarlos, desarrollarlos y producirlos.

 

Hace un par de años, los laboratorios luchaban por ahorrarse intermediarios y las farmacias no se veían tan impelidas a buscar nuevos horizontes…

Ese es el secreto: los laboratorios han abandonado sus reticencias y vamos hacia una farmacia de servicios, aunque no pagados por las Administraciones Públicas. Es el usuario el que tiene que pagarlos. Y es la farmacia la que tiene que crear la demanda, que es ilimitada porque somos un sector vinculado a la calidad de vida y al bienestar. No creo que exista un ser humano que diga que a eso no se apunta.

 

Por esa regla de tres, la farmacia puede salir reforzada.

Sí, hay muchas posibilidades: la Ley de Dependencia, la asistencia domiciliaria, la adherencia a los tratamientos, el control de los enfermos crónicos, la asistencia en terapias complejas que necesitan un seguimiento más próximo por parte del sanitario que está más cercano, que frecuentemente es el farmacéutico… Además de aquellas que aportan valor añadido desde el punto de vista de la calidad de vida: abandonar el hábito tabáquico, perder peso, etc. La farmacia tiene un papel importantísimo, pero debe estar convencida y la Administración debe, por lo menos, no estorbar el proceso, ya que ni hay recursos públicos para financiarlo, ni los habrá.

 

Explíqueme con más detenimiento, por favor, la conexión con la Ley de Dependencia.

La Ley de Dependencia tiene unas connotaciones económicas, cuenta con unos recursos, y la capilaridad de las farmacias puede jugar un papel. Esta es, precisamente, la parte pública que creo que podría estar vinculada al proyecto de servicios profesionales farmacéuticos. Por ejemplo, en Valencia están pensando en repartir pañales a domicilio través de una empresa de paquetería.

Teniendo en cuenta que las farmacias están en todas partes, me parece un disparate. Una empresa de paquetería lo va a hacer peor, más caro y con menos calidad. No lo entiendo, la verdad.

 

¿Qué papel tendrá Cofares en todo esto?

Será el soporte de las farmacias que quieran estar en el proyecto y nos elijan como ‘partner’. El ingrediente básico es la actitud de las farmacias, pero también será necesario que haya profesionales formados para ofrecer estos servicios. Sin embargo, no es necesario que cada farmacia tenga uno, puede haber uno que esté trabajando para cuatro o cinco. Ahí es donde entramos nosotros. Ya estamos preparados. Se trata de que un nutricionista atienda un determinado número de farmacias, o un experto en adherencia terapéutica, etc.

 

Es preciso hablar del binomio propiedad-titularidad de la oficina de farmacia, que está amenazado.

La postura de Cofares es clara. Cuando recibimos la primera noticia a finales del año pasado emitimos una nota de prensa oponiéndonos rotundamente a algo que creemos que sería un enorme error. El hecho de que la farmacia no fuese propiedad del farmacéutico de forma mayoritaria haría saltar por los aires la vertiente asistencial. Si las farmacias son propiedad de cualquiera, ¿dónde queda la deontología profesional? Los colegios profesionales están para defender a la sociedad de los abusos de los colegiados, pero solo pueden ser colegiados los farmacéuticos, no una gestoría. Dudo que el Gobierno vaya a cambiar el modelo de una forma tan brutal como que cualquiera pueda ser propietario de una farmacia. Si lo hacen, que sepan que va a ser tremendo y, como he dicho antes, un gestor público sensato tiene que hacerse cargo de las consecuencias de sus decisiones.

 

Me gustaría dedicar atención a sus proveedores, que tampoco pasan por buenos momentos.

Su situación me preocupa porque en España estamos originando lo que yo llamo una burbuja del medicamento. Estamos creando expectativas muy por encima de la realidad a los fabricantes de genéricos y estamos deteriorando mucho a las empresas que investigan y desarrollan, que deberían ver que se respeta el estatus innovador de sus medicamentos. No entiendo cómo es posible que pueda tener preferencia el genérico sobre el medicamento original a igual precio.

 

¿Qué pasará con la industria?

La industria farmacéutica es muy potente. Y muy cíclica. Ahora mismo, hay muchas menos moléculas nuevas de las que había hace años. La investigación es muy cara, pero hay verdaderos clúster de laboratorios que investigan enfermedades que realmente no tienen un número de pacientes elevado. Como cuesta lo mismo investigar una enfermedad que tiene muchos pacientes que otra que no tiene apenas ninguno, si no fuese así sería difícil obligar a alguien a investigar algo que no es rentable. Pero hay otro problema: la mayoría de los medicamentos se financian con recursos públicos, que están como están.

 

¿Qué se podría hacer?

Por una parte, tenemos que dejar de financiar algunos medicamentos para que entren otros. Es inevitable. En un futuro próximo, tendremos que costearnos los medicamentos para síndromes menores en beneficio de los grandes medicamentos para las terapias realmente importantes. Por otro lado, el copago, que ha sido la medida mejor aceptada por la sociedad, que ha entendido perfectamente que la situación era insostenible. La sociedad solo estaba financiando el 5% del gasto en medicamentos y ahora estamos en el 11%. No ha sido oneroso para casi nadie y ha generado una cierta estabilidad. El poco optimismo que podemos tener viene de esas dos medidas. Hay que reconocer que el Gobierno no lo ha hecho mal en este aspecto.

Podemos llegar a más en el copago, todavía hay un pequeño recorrido hasta situarnos en el 14,5% que tienen otros países de nuestro entorno. Y la desfinanciación debe ser dinámica, es decir, no se puede parar. Estas dos medidas podrían ayudar a la industria farmaciéutica, que yo entiendo que esté decepcionada.

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