Obesidad, ¿por qué se considera factor de riesgo?
A finales de diciembre de 2019, China informaba por primera vez de la existencia de la COVID-19. Desde entonces, se ha informado a cada paso que se ha dado de los avances sobre el virus. Ya fueran síntomas, formas de actuación, tratamientos, o factores de riesgo. Entre estos últimos forman parte las personas mayores, aquellos a los que les afectaba enfermedades cardíacas y, entre otros más, las personas con obesidad.
Admisión en hospitales de personas con obesidad
La obesidad es un factor que contribuye en el agravamiento de la COVID-19. Un estudio realizado en EEUU demuestra que los pacientes menores de 60 años con este factor de riesgo eran admitidos en cuidados intensivos. Estas personas, con un IMC entre 30-34 u obesidad leve, tienen mayor probabilidad de entrar en cuidados críticos que un paciente con un IMC menor a 30. Asimismo, pacientes de este rango de edad y con un IMC mayor a 35 tienen más probabilidades de ser ingresados en cuidados agudos y críticos.
La obesidad está asociada con formas graves de COVID-19
Un informe de la revista Obesity Journal recoge datos de una muestra de 291 pacientes ingresados en el Hospital Universitario de Lyon, Francia, por SARS-CoV-2. Dicho informe recogía la alta prevalencia de obesidad en el coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo. El cual requiere ventilación mecánica invasiva.
Durante el estudio, se demostró que las personas con un IMC superior a 30 tenían una mayor probabilidad de necesitar ventilación mecánica invasiva. Mientras que los pacientes con un IMC menor a 25 tenían menor probabilidad.
¿Por qué los riesgos de COVID-19 son mayores con obesidad?
Razón física
Las personas con un IMC >35 llevan un exceso de peso en su abdomen, debajo del diafragma. Cada vez que respiran, mueven el diafragma hacia los pies y, si tiene que mover más peso, eso dificulta la respiración.
Además, las membranas que separan los sacos de las vías respiratorias pulmonares y los vasos sanguíneos que los rodean se vuelven permeables. Así, permiten que el líquido ingrese a las vías respiratorias. Esto hace que sea difícil trasladar oxígeno del aire a la sangre. Por lo que el diafragma tiene que funcionar aún más, y la obesidad lo restringe.
La inflamación
La grasa en sí misma es metabólicamente activa y produce una buena cantidad de moléculas proinflamatorias llamadas citocinas. Es como si tu cuerpo se encontrase en una lucha continua. Por una parte, contra las señales que liberan tus células grasas a las que responde el sistema inmunitario. Y, por otro lado, la respuesta inmunológica contra el virus. Dando como fruto un proceso inflamatorio continuo.
Las citocinas son un tipo de proteína inmune.
La proteína ACE2 en las células grasas
El receptor de la enzima convertidora de angiotensina-2 (ACE-2) al que se adhiere el virus, se expresa en cantidades más altas en el tejido adiposo que en los pulmones. Resulta que las células grasas expresan ACE2 a niveles bastante altos. Y hay algunos datos anteriores sobre esta idea relacionada con otros virus respiratorios que pueden atacar la grasa. Además de durar más en ella y eliminarla de manera más lenta. Esto podría hacer que una persona obesa sea más infecciosa incluso cuando sus síntomas mejoren.
La obesidad en jóvenes adultos
Según un estudio realizado por la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) un 44,3% de los habitantes en España reconocen haber aumentado de peso durante el confinamiento. El sedentarismo y una mala alimentación son los principales culpables de estas cifras. Asimismo, el estudio arroja un número más a tener en cuenta:
El 80% de los pacientes que tuvieron formas graves de la infección por COVID-19, que precisaron intubación, ventilación mecánica en la UVI y/o fallecieron eran obesos, según el estudio. – Gaceta Médica
En un artículo publicado en The Lancet, su autor principal, David Kass explica que la obesidad es un factor agravante incluso en personas jóvenes. La obesidad restringe la ventilación impidiendo el paso al diafragma. Afecta a la respuesta inmune contra las infecciones virales, es pro-inflamatoria e induce a la diabetes y al estrés oxidativo a afectar a la función cardiovascular.
En la actualidad, se ha demostrado que el primer rebrote que estamos viviendo afecta más a las personas jóvenes. Un artículo de El Confidencial arroja las siguientes cifras:
- La media de edad de los contagiados ha bajado a los 44 años.
- Entre los 5 y 49 años las cifras de contagio han aumentado. Mientras que, a partir de los 50, el porcentaje de contagio se ve reducido.
- El mayor crecimiento se observa en el rango de edad entre los 15 y los 29 años. Pasando de un 6% de contagiados durante la primera fase de la pandemia a un 19,3% en esta segunda oleada. Más de un 10%.
- Según el Ministerio de Sanidad uno de cada dos adultos de entre 25 y 60 años tienen un peso superior al recomendable. (“La prevalencia de obesidad es del 14,5% mientras que el sobrepeso asciende al 38,5%”).
En conclusión, la obesidad se debería considerar un gran factor de riesgo en la población. Y prestarle mayor atención en la población joven-adulta. Como estamos comprobando, es el grupo de población con mayor porcentaje de infectados durante este rebrote. Resulta fundamental alertar a este grupo no sólo de los riesgos que conlleva no mantener las medidas de seguridad. Sino también sobre cómo puede afectar el virus si mantienen una condición de este tipo.
Mantener un estilo de vida saludable, una alimentación equilibrada y realizar ejercicio adecuado es fundamental para ayudar a mantenernos en un buen estado de salud.
Con la colaboración de Sergio Nieto, Product Manager de Tcuida Nutrición