Escaparate en la farmacia: una herramienta más a tener en cuenta
Se trata de uno de los grandes olvidados a la hora de planificar y aprovechar las herramientas de venta de la farmacia, pero el escaparate es un importante recurso a la hora de captar la atención de los clientes. Hay que recordar que la mayoría de las compras de los clientes no responden a una decisión planificada, sino que se realizan por impulso y sobre la marcha.
¿Cómo se saca partido a un escaparate entonces? En primer lugar es vital, como en tantas otras situaciones, ser consciente del entorno en que se ubica, en este caso, la farmacia. Las necesidades del barrio y la clientela varían en función de su estrato social, su poder adquisitivo y la época del año. A estos factores tenemos que añadir una presentación muy cuidada y la seguridad de contar con stock disponible si vamos a hacer una apuesta por un producto en escaparate.
Teniendo esto siempre muy en cuenta, hay una serie de claves que pueden llevar a un escaparate a ser un éxito:
– Innovación: ser original a menudo suma en lugar de restar. Un escaparate original es más llamativo y da una imagen de atención al detalle que no se obtiene con un escaparate montado de forma similar al que se puede encontrar en cualquier otra farmacia.
– Iluminación: la luz es clave en cualquier proceso de venta. Conviene que los productos estén siempre perfectamente iluminados desde varios puntos, salvo que queramos dar protagonismo a un producto concreto. En ese caso la iluminación vertical resulta mucho más efectiva. Del mismo modo se puede jugar con los colores que presiden el escaparate: los cálidos favorecen la compra compulsiva, los fríos inclinan hacia la compra reflexiva.
– Concisión: a veces el exceso es tan malo como la ausencia. El escaparate debe ser proporcionado, no sirve de mucho montar un batiburrillo de productos donde la atención del cliente se dispersa entre una multitud de reclamos. Pocos productos, bien escogidos y distribuidos, y el resto libre para que se pueda ver desde el exterior el interior de la oficina de farmacia. Huelga decir que es mejor promocionar juntos productos que tengan alguna relación. Un antigripal y un bronceador no casan bien.
– Beneficios para el consumidor: conviene dejar claro por qué el producto es bueno para quién lo contempla. Si anunciamos, por ejemplo, una crema hidratante, es altamente conveniente que el cliente tenga claro por qué la estamos promocionando y qué le reporta su consumo.
– Estacionalidad: si se quiere vender un producto, por ejemplo, para el catarro, no tendría mucho sentido colocarlo entre palmeras y sandalias. Hay que adecuar el escaparate al producto y a la época del año, puesto que según la estación las necesidades del cliente varían indefectiblemente.
– Rotación y limpieza: conviene renovar periódicamente el escaparate con nuevos productos y ofertas, cambiar la distribución y cuidar al detalle la limpieza. Un escaparate que no cambia nunca o que está sucio da una impresión de dejadez que a toda costa hay que evitar.
– Empleo de imágenes: bien lo dice el tópico, una imagen vale más que mil palabras. Un escaparate con mucho por leer y poco que mirar no será tan impactante como uno que ilustre con imágenes y contenido aquello que se quiere ofertar.
Hay otros dos factores, por último, que hemos de tener en cuenta siempre a la hora de configurar un escaparate de farmacia. En primer lugar está la colocación del producto en zonas calientes y frías. No todas las zonas son iguales ni reciben la misma atención. Las zonas calientes del escaparate a menudo son las que se llevan la mayor parte del pastel y son las que más cuidado deben recibir. Habitualmente, el ojo se dirige primero al centro, luego va a la izquierda y luego a la derecha. Los márgenes, tanto laterales como verticales, pueden caer fácilmente en el olvido. Son las llamadas zonas frías, en las que no conviene invertir demasiado tiempo, puesto que normalmente será tiempo invertido en vano.
Para terminar, hay que elegir bien el mobiliario que se va a situar tras el cristal. Los muebles y expositores que se utilicen han de realzar el producto, no erigirse en protagonistas. Siguiendo esta línea, interesa emplear mobiliario de líneas finas y espacios abiertos, que faciliten la categorización de los productos y el poder darles una buena iluminación.
Fuente: Correo Farmacéutico