Inteligencia emocional, también en la farmacia
Ya desde principios del siglo pasado algunos investigadores se dieron cuenta de que la inteligencia iba mucho más allá de la capacidad cognitiva. El término “inteligencia emocional”, popularmente conocido desde la publicación del libro de mismo nombre de Goleman en 1995 describe la capacidad de apreciar y expresar nuestras emociones y entender las de los demás para utilizarlas en nuestro provecho. Actualmente, muchos colectivos defienden una educación en este sentido desde los colegios para poder hacer frente con facilidad a las situaciones del día a día tanto en lo personal como en lo laboral. La inteligencia emocional es un instrumento clave para cualquier profesional, y la farmacia, como cualquier negocio, puede aprovecharse de sus beneficios.
Numerosos estudios han demostrado, por ejemplo, que con la crisis muchos empleados se han instalado en un modo de supervivencia que hace que intenten proteger a toda costa su trabajo pero haciéndolos poco propensos a los cambios y poco receptivos a las oportunidades de negocio. De hecho, un informe publicado por The Guardian apuntaba que se tendía también a no valorar el trabajo de otros compañeros o incluso a acosar a los demás, todo por no saber gestionar correctamente sus emociones en el plano laboral.
Para los propietarios de cualquier negocio y también en la farmacia es especialmente importante saber actuar con inteligencia emocional, puesto que se ha observado que los líderes con estos conocimientos son capaces de mejorar sus ventas y de motivar mejor a sus empleados. Puedes ver algunos casos prácticos de empresas que han actuado según los principios de la inteligencia emocional aquí: http://www.inteligencia-emocional.org/trabajoyempresa/
También en la farmacia las situaciones personales de los empleados afectan sin duda a su actuación en el trabajo, provocando para el dueño una disminución en las ventas o errores que cuestan dinero. Por este motivo, es muy útil educarnos como propietarios y elegir y educar a nuestros empleados en la gestión de las emociones.
Incrementando el capital emocional en la farmacia aumentamos la motivación, la claridad en los objetivos, el compromiso con la empresa, la colaboración y, cómo no, la productividad. Está demostrado que si el empleado siente que es tomado en cuenta disminuirá el absentismo y la rotación.
Por ello, invertir parte de nuestro tiempo en investigar y poner en práctica técnicas que mejoren nuestra capacidad de controlar y gestionar las emociones, tanto si somos propietarios como si somos empleados, mejorará sin duda nuestro rendimiento, nuestro bienestar y también las cifras de beneficios para la farmacia.