La transformación digital en la empresa: de la teoría a la práctica
Hoy día, las empresas reconocen que en este mundo en continua y rápida evolución, el objetivo de las Tecnologías de la Información (TI) no es solo hacer que todo siga funcionando. La distinción entre actividad empresarial y tecnología ya no existe prácticamente y, en todos los sectores, las compañías se consideran organizaciones digitales. Aquellos negocios que desde el principio han apostado por las TI como algo más que un medio para conseguir un fin, ahora tienen un impacto positivo muy destacado en su funcionamiento eficiente. Vivimos en la época en la que las TI son, con diferencia, el activo más sólido de una empresa. Sin embargo, para hacer uso de ello, la organización y sus empleados deben adoptar una nueva forma de pensar. Para la creación de una empresa ágil, las organizaciones deben capacitar a sus empleados para incorporar nuevas tecnologías sin miedo al fracaso.
En la industria, llevamos hablando desde hace tiempo sobre las megatendencias tecnológicas que ayuden a las empresas a ser más eficientes y trabajar en colaboración continua: el cloud, la movilidad, la consumerización de las TI. De hecho, tengo la impresión de que, como sector, nos hemos agotado hablando de las tendencias, cuando la revolución está en averiguar cómo utilizarlas.
Puede ser difícil pasar de la teoría a la práctica. Tenemos a nuestra disposición todas estas tecnologías de colaboración y, así y todo, los empleados aún se envían cientos de correos electrónicos entre sí y realizan sesiones de brainstorming en la cafetería en vez de utilizar Hangouts. ¿Cómo podemos pasar de hablar sobre estos beneficios a implementarlos?
Tomemos como ejemplo, y como camino a seguir en las empresas, la influencia del teléfono móvil en nuestras vidas personales. No solo ha transformado absolutamente todo – nuestra forma de comunicarnos, de conectarnos o de realizar transacciones – sino que también ha colocado al usuario como una pieza central. Mi teléfono móvil tiene absolutamente todo para permitirme realizar mis tareas: me mejora, me hace más fuerte y me entretiene, aunque también tiene la capacidad para distraerme más.
El teléfono móvil comienza a aprender mis conductas y se hace más inteligente a medida que interactúo con él. También nos hemos acostumbrado a un ciclo de innovación constante de nuevas aplicaciones que puedo probar habitualmente para mejorar mi vida diaria. Si no me gusta una app, solo tengo que eliminarla.
Con esto quiero decir que el principal cambio tiene que basarse en nosotros mismos, utilizando los principios sobre cómo interactuamos a diario con nuestros teléfonos móviles para adaptarlos al entorno laboral, de la misma forma que lo hacemos con una app, o aprovechando las tecnologías en la nube para crear un servicio, probarlo y dejar de utilizarlo si no afecta positivamente en la empresa, o hacerlo crecer si genera un impacto positivo.
Las empresas más inteligentes y las que logran mayor éxito a largo plazo son las que tienen la habilidad para entender las conductas a nivel de consumidor que son realmente posibles de incorporar en el entorno empresarial actual. Esta habilidad les permite reinventarse constantemente, además de reinventar sus procesos y las herramientas que utilizan.
Las nuevas generaciones que han crecido con la tecnología digital y que comienzan a formar ahora parte de la fuerza de trabajo, colaboran y trabajan juntos de forma casi intuitiva. Para ser más creativos, competitivos y productivos, necesitamos utilizar tecnologías de consumo para realizar las tareas en el entorno laboral. Necesitamos liberarnos de las herramientas que nos mantienen en el carril lento.